domingo, 13 de junio de 2010

EL PERDÓN COMO POSIBILIDAD LIBERADORA

Si partimos de la premisa de que el conflicto es inherente a la condición humana y que además somos diferentes por naturaleza y a partir de ello establecemos que el conflicto, además está ligado a la convivencia de los seres humanos; podemos entonces, darnos cuenta que es casi imposible escapar de la realidad que connota un acto ofensivo, ofensivo en tanto nosotros mismos hemos dotado tal acto de dicha significación, situación que solemos desconocer y nos lleva a resentirnos evitando así evaluar las posibles salidas a las situaciones, no lograr establecer los puntos objetivos del acto en sí, solo guiándonos por nuestro propio referente, marginando el del otro, quedándonos entonces a merced de nuestra propia percepción y sin deseo de modificarla. Es en este momento donde hace su aparición el “ego” en su más alta expresión traducido en lo que llamamos “orgullo” quedándonos atrapados en nuestra propia realidad, revolcándonos en nuestras frustraciones y en el dolor que causo alguien y solemos permanecer allí por mucho tiempo, bloqueando así nuestra capacidad para ser libres y poder irradiar luz a quienes nos rodean, porque cuando solo cargo basura en el interior es solo basura lo que entrego a los otros, hay una adagio muy utilizado por lo menos en mi medio y lo considero muy cierto “nadie da de lo que no tiene” o sea que el contrario sería “solo se da de lo que se tiene y si solo estamos cosechando rencor, dolor intolerancia cada vez nos volveremos peores seres humanos y hasta nosotros mismo nos odiaremos.

Es entonces donde valoro de manera infinita la posibilidad del perdón que más que ser la posibilidad para otros es la posibilidad propia de experimentar libertad y hacer que lleguen cosas buenas a nuestra propia vida, perdonar es simplemente darse la posibilidad de desprenderse de algo que nos hace daño y si nos hace daño ¿para qué queremos seguirlo reteniendo en nosotros? El perdón es más un bien para quien lo otorga que para quien lo recibe.

Además se debe establecer una diferencia entre perdonar y olvidar, porque no necesariamente perdonar significa olvidar, dado que es imposible borrar los acontecimientos por los que ha transitado nuestra vida, más aun, es delicado olvidar porque se pierde la posibilidad del aprendizaje que nos otorgan los hechos vividos, por lo tanto olvidar implicaría repetir el mismo error. La idea de perdonar entonces, es aprender a convivir con la cicatriz dejada en el alma, pero ya por fuera del dolor inicial que ocasionó y transformada en aprendizaje para la vida; a partir de ese aprendizaje eres tu el dueño de tu vida, ya no un hecho externo, y tu eres quien toma las decisiones para ser feliz.